CHARLES BLAKE

Para soñadores que como yo, plasman sus pensamientos sobre un papel en blanco.

martes, 13 de noviembre de 2012

EL PALACIO DE LA JUSTICIA




Reconozco que en mi época de Instituto, con apenas 16 años, me "obligaron" a leer La Busca, la primera obra maestra de las tres que componen la trilogía de "La lucha por la vida" de D. Pío Baroja.
Aquella experiencia no supuso más que una tarea obligada y un satisfactorio resultado académico por lo que adiviné un trabajo bien hecho, pero poco más. ¡Ay!... esa a veces ciega adolescencia donde somos capaces de desvivirnos por vanos sentimientos y dar de lado realidades diarias que golpean nuestras vidas casi pasando por nuestro lado.
Con los años y mi afán de devorar literatura, cayó casi accidentalmente, una novela leída en esos años de bisoñez. Tras deliberar si sería buena elección para una tediosa tarde de verano, redescubrí a un autor de los que dejan huella. Sí, uno de aquellos escritores de la generación del 98 que se caracterizaron por describir una España decadente, una época de nuestra historia donde la crisis moral, política y social se dejaba respirar por las calles de cualquier ciudad. Y fue entonces cuando mis ojos, ávidos de talentos en la sombra, redescubrieron a un escritor poco común. Un artista capaz de descibrir a Madrid, la sociedad o sus personajes "grises" con una sencillez y dureza a partes iguales. Un hombre que dejaba su impronta de ideales humanisticos por encima de las ideologías, un escritor que con suaves pinceladas de prosa fácil, retrataba a personajes que marcarán un antes y un después en la vida de quien los lee. Así fue como leí "La busca"... y después "Mala hierba"... y finalmente "Aurora Roja". Las tres de una sola tacada. ¡Un suspiro! Las tres magistrales obras que me dejaron el dulce aroma de uno de esos escritores que pasarán a la historia sin necesidad de campañas publicitarias ni necesidad de reconocimientos supérfluos. Cada privilegiado, amante de la buena literatura, caerá rendido a su peculiar estilo narrativo, quedará ensimismado en el talento de sus historias, tejidas con el fino hilo de la realidad más directa. En fin, para muestra un botón. Aquí les dejo una pequeña prueba de cómo describir a la Justicia de la época con la brillantez de un Elegido, cosa por otra parte, muy aplicable a la realidad de nuestra sociedad actual. Tantos años de diferencia, tantos años de superación de etapas difíciles de nuestra historia... y seguimos cayendo en los mismos errores de antaño. Al menos para la aguda vista de quienes saben leer entrelíneas. Disfrutadlo porque no tiene desperdicio:

"Hay en Madrid un palacio con grandes salas y largas galerías, en las que por todas partes no se ven más que Cristos; una vieja dama de gran alcurnia, que ejerce una de las funciones más importantes y severas de la sociedad.
Esta vieja dama viste toga negra, cala birrete, también negro, habla gravemente, y, entre las imágenes del Cristo, administra a diestro y siniestro reprimendas y castigos.
Antes, en el Olimpo, era una severa matrona con los ojos vendados; ahora es una vieja arpía, con la vista de lince, el vientre abultado y el estómago sin fondo.
En el Olimpo esta dama discurría y estaba rodeada de inmortales; ahora, en vez de discurrir, tiene un libro con más interpretaciones que la Biblia, y en vez de personas dignas a su alrededor, está rodeada de curiales, alguaciles, escribanos, relatores, prestamistas, corredoras de alhajas, hombres buenos, abogados de fama y abogados de poyete..., una larga procesión de sacacuartos y escamoteadores, que empieza muy alto y acaba en el verdugo, que es un escamoteador de cabezas".

En fin,  todo válido salvo (gracias a Dios) el "escamoteador de cabezas". Ese verdugo lo hemos sustituido por el que yo llamaría "el libro de las incongruencias", donde en más de una ocasión aparecerán sentencias que culpan a la víctima en vez de al asesino, donde se deja a las familias sin posibilidad de un digno hogar, donde se permite que la nueva casta de privilegiados llamados asímismos "políticos de vocación" nos lleven a situaciones que no tienen límite promulgando leyes que "sus" propios jueces acatarán sin coherencia ni sensatez; donde su divina posición, en el altar celeste de la magistratura, les hará ver una realidad que ni por asomo tiene que ver con la vida de sus "lacayos". Bueno para qué seguir. Olvidaros de la crítica visión de este pobre lector de libros que ahora les escribe. Quedémonos con esta perla de la literatura, saboread sus miles de páginas, escritas con pluma de oro y aprovenchad la  invitación a que descubráis uno de los grandes escritores de nuestra  fecunda literatura.

                                                                    Charles blake

No hay comentarios:

Publicar un comentario