CHARLES BLAKE

Para soñadores que como yo, plasman sus pensamientos sobre un papel en blanco.

sábado, 9 de marzo de 2013

PENSAMIENTOS DE UN PEREGRINO




Empieza a nublarse el cielo y acelero el paso.
La madurez: Punto de máximo sabor de un fruto. Sensatez, cordura…
El camino se ofrece al frente; extenso, interminable.
Marcho a buen ritmo, no me quejo. De cuando en cuando, me vuelvo y  echo la mirada atrás. ¡Qué lejos queda todo! Pienso, evalúo y decido continuar. Llevo los bolsillos cargados, aún puedo notar su peso.  Algunas cosas acabo de recogerlas del camino, otras son ya parte de mis pertenencias. Las llevo desde hace mucho. Palpo el bolsillo derecho y me encuentro unos gramos de esperanza, fotografías de los míos, una pizca de sabiduría y una dosis de paciencia. Esta última la acaricio con ternura. Debo guardarla bien. Los tiempos siempre cambian y no debo perderla así como así. Al fondo, si alargo bien uno de mis dedos, sé que me queda una buena dosis de amor. Sonrío al sentir su calor. Eso me reconforta.
Rozo mi bolsillo izquierdo, con recelo; ese me da más respeto. Lo acaricio porque forma parte de mi cuerpo, parte del trecho recorrido. En él hay unas cuantas piedras de imprudencia, un saquito de errores y un mucho de sinsabores. También hay recuerdos; algunos agradables y otros que no merecen ser revividos, unos que pesan mucho y otros que dejaron de hacerlo. Pertenecen al pasado. Necesito tocarlos… saber que siguen ahí. No debo olvidarlos.
Miro de nuevo al frente. Parece que va a llover.
Algunas cosas se  perdieron en la vereda. La inocencia debió escaparse poco a poco, casi sin decir adiós. Un pequeño roto en la tela debió provocar que se fuera desgranando como arena del desierto. Lo mismo ocurrió con los miedos, pero ésos los debí olvidar sin poner empeño. Recuerdo que también perdí un trocito de ambición. Lo debí hacer unos cuántos kilómetros más allá. Tantas tormentas y el frío invierno provocaron que se escabullera de puntillas. Resoplo. Aún queda algo.
Ahora un breve suspiro.
 Hace mucho que dejé caer la arrogancia, ese adorable perfume que nos hace creer invencibles. La dejé junto a un árbol dónde otros lo hicieron antes. No la echaré de menos.
Las primeras gotas no se dejan esperar. Pronto la tierra olerá a  tierra. La hierba olerá a hierba. Pero el hombre, ese que camina erguido, seguirá oliendo a mundo, como todos.
Me aseguro bien la mochila. Llevo tiempo tirando de ella. Me acostumbré a sentirla sobre mi espalda hace demasiadas noches. No recuerdo cuando empezó  esa sensación. Con cada paso dado, notaba que se iba haciendo más y más profunda. Viene repleta de esperanzas, un gran madero de voluntad y un pellizco de sentido común; pero al mismo tiempo sobrellevo una bolsita de pérdidas ¡Cuánto echo en falta ver dormir a mi hijo cada noche! Pérdidas, sí. Cosas que siguen estando ahí pero que dejan de ser tangibles. También llevo  un buen paquete de fracasos y frustraciones, de decisiones equivocadas, de sentencias que no merecí, un ovillo de inseguridades y más al fondo, cubierto entre mantas de superación y rebeldía…un mucho de cansancio.
Hace tiempo que aprecié las primeras arrugas, esos pequeños surcos que recorren mi expresión del alma. Parte del cabello perdió su color e incluso es probable que se  haya apagado algo de ese brillo que mis ojos lucieron. Las piernas… siguen el paso, pero les falta el vigor de antaño. Apoyo la palma de mi mano en el pecho, donde guardo el corazón. Éste sigue latiendo, a excelente ritmo diría yo. Me consuela saberlo.
De cuando en cuando la pendiente me obliga a parar. Necesito tomar un respiro. Divisar el horizonte desde la quietud. Aún queda mucho. Se despereza el viento, caracolea con mis cabellos, noto cómo acaricia, suavemente, mi cuello desnudo. Hoy parece que tiene ganas de jugar. Existe más complicidad entre nosotros. Quizá quiera  hablar conmigo, susurrarme sus secretos.  Entonces decido hablarle.
-        -   ¿Hacia dónde me llevas?
-          - ¿Acaso es importante? –me responde.
-        -   Pero necesito saber que hay detrás de esas montañas –le insisto.
-        -   ¿Ves las montañas? – hace una pausa- Entonces tú mismo lo comprobarás.
-        -   Pero… ¿queda mucho para llegar?
-        -   El necesario…
-        -   Pero  dime al menos porqué a veces el camino es tan amplio que podría correr de un lado a otro y otras, en cambio, no consigo atravesar su estrechez.
-        -   Probablemente porque así lo ven tus ojos.
-         -  ¿Y porqué a veces siento desfallecer? Noto que mis piernas no responden como antes lo hicieron.
-       -    Porque si no lo hicieran, ya nada sería igual. Te indican que sigues vivo, que te esfuerzas por continuar.
-    -  Agradezco tus palabras querido amigo, pero llevo mucho pensado. Quizá no sea necesario recorrer tanto esfuerzo. Ya le canté muchas veces a la luna. Recité hermosas palabras al sol. Mil historias les conté a las flores del camino. Incluso creo que llegué a gritar a los grandes valles. ¿Para qué sirvió?
-     -     Probablemente tu problema sea  que te haces demasiadas preguntas. Te diré un secreto, algo que jamás fue contado para muchos: lo verdaderamente importante no es a dónde llegarás. Ni siquiera es preciso saber cuándo lo harás. No será necesario conocer el cómo lo conseguiste o las heridas que surgieron. Lo importante es que hay un CAMINO por recorrer, y tus pies… siguen andando uno detrás del otro. Tu alma necesita encontrar, y tu piel necesita sentir. Sigue pues, hacia el frente. Abre bien los ojos y no dejes nada al azar. Disfruta del trayecto en todo lo que éste te pueda ofrecer...

Se hace de nuevo el silencio. Parece que el viento se aleja hacia aquellas nubes oscuras. Quedaban más preguntas... pero aún hay camino para el reencuentro. Alzo la vista a las lejanas tierras. El cielo sigue gris, triste y plomizo; pero creo que unos pasos más allá, si sigo a buen ritmo, dejaré las nubes muy atrás. Seguro que me espera buen tiempo. Con un poco de suerte, es probable que el sol me esté esperando.
Acelero el paso. Buscaré nuevos versos que  alegren su espíritu. Si le gustan… puede  que me dedique una de sus infinitas sonrisas.

CHARLES BLAKE

8 comentarios:

  1. mme ha impresionado tu relato.Es dificil llegar al alma de los lectores y tu lo haces de una manera sencilla,llana,emotiva,impresionante.Todsos los dias imprimes algo de ti en un papel para dicha de los que te leemos.Sigue asi.Tu peregrinar es un placer para nosotros,los que buscamos en la vida ese algo especial que algunas personas tienen.Gracias por compartirlo con nosotros.I RENE Goga

    ResponderEliminar
  2. Hoy he caminado de la mano de tus letras, el camino de la vida, dificil de recorrer, con sus curvas, nuestras caídas, nuestros fracasos, decisiones mal tomadas, pero también, rayos de luz que aparecen, y nos iluminan, aunque vuelva a nublarse y a caer un chaparrón.

    Precioso texto, es un placer venir a saborear tus letras, y más, en una tarde de domingo, saboreando un café.

    Mi admiración por tu manera de transmitir.

    Un beso.

    ResponderEliminar
  3. Gracias a ambas por vuestro aliento. Siempre es agradable compartir el camino.
    Un fuerte abrazo.

    ResponderEliminar
  4. Hola Charles, muchas gracia spor visitarme y dejarme esos comentarios tan hermosos...que no merezco pero gracias por esas vitaminas para el alma que nos ayudan a seguir luchando en esta vida...

    El texto me ha llegado en profundidad y me ha ayudado mucho..." Lo importante es que hay un camino que recorrer...disfruta del trayecto..."

    Tienes mucha razón...lo difícil es poder con las piedras del camino, poder aceptar su enseñanza y aún con su dureza seguir el camino sin mirar atras...

    La verdad es que escribes con mucha belleza y transmites mucho, me seguiré pasando cuando pueda y con tu permiso sigo leyendote...te confieso que me has llegado al corazón...besitos.

    ResponderEliminar
  5. Precioso texto. Es cierto, siempre hay más preguntas, y siempre las habrá, pero a veces hay que dedicar también tiempo a continuar el camino y a contemplar el paisaje. Sin más, solo por placer.

    ResponderEliminar
  6. Un muy buen relato el que nos dejas hoy, y es que el camino que llevamos en la vida es a veces muy complicado pero siempre hay cosas que puedes meter en la mochila y que no es fácil desprenderse de ellas ya que es lo unico que te recuerda que estas vivo.
    Me gustó el relato.
    un abrazo amigo

    ResponderEliminar
  7. Muy hermosa reflexión aderezo de un texto estupendo

    Un beso

    ResponderEliminar
  8. Me han encantado tu forma de escribir y lo más importante que estás vivo y aún lata tú corazón para rato.
    Saludos

    ResponderEliminar