¿Que nuestro país no pasa por uno de sus mejores momentos? Es
evidente. ¿Qué nos estamos acostumbrando a ver desfilar a más de un chorizo con
chaqueta y corbata saliendo de los juzgados con mirada de no haber roto un
plato y diez cuentas en suiza?... También.
Pero lo que no debiera ser de recibo es que el propio Estado,
sin predicar con el ejemplo y tan dado a
pedir sacrificios a un pueblo desorientado y falto de recursos, nos sangre una
y otra vez con mil impuestos que ningún buen ciudadano sabe dónde van a parar.
Se habla ya del nuevo recibo de la luz cuando aún nos dejamos
los cuartos en la gasolinera más cercana, se asume el pago del IBI cuando no es
más que un impuesto que nos recuerda que esa casa que tanto nos cuesta pagar
cada mes, no es solo nuestra ni del banco…¡ Es del Estado por permitirnos vivir
en ella! Eso sí, recordándonos cada año que debemos pagar un precio simbólico
en gratitud por disfrutar de una vivienda en la ciudad de turno. Las tasas
universitarias suben por las nubes ¿Para qué van a estudiar todos los jóvenes si apenas hay
donde trabajar? Se nos recuerda que circular por las calles de nuestro barrio
tiene un precio: el impuesto de circulación… una multitud de deberes que nos
hacen olvidarnos de nuestros derechos ¿O no tenemos alguno? Tranquilos, si
alguien aún puede relajarse con un buen cigarro o irse de copas con los amigos,
podrá alejarse de esta locura… un momento, retiro lo dicho, también se ha
subido el tabaco y el alcohol.
En fin, mientras la Unión Europea nos recuerda que el sueldo
de los españoles es muy alto y que aún pueden hacerse recortes (no imagino qué
nóminas han debido mirar y de qué afortunados en cuestión), el país se desangra
por los cuatro costados sin visos de mejorar.
Resulta evidente, porque a cualquier economista no le
saldrían las cuentas de cuantos politicuchos y representates públicos tenemos
en nómina, empezando por el que eligamos para un gobierno, como los de nuestras
Autonomías y ayuntamientos. Eso sí, nos recuerdan a diario unos y otros, que
ejercen sus cargos por vocación social.
Pero el colmo de la desvergüenza es que los cuerpos de
seguridad, en este caso los de tráfico, se extralimiten en el ejercicio de su labor,
poniendo multas a diestro y siniestro que en muchas ocasiones no dejan de
sorprender. La última noticia de la que me hago eco es la de un paisano de
León: “Un hombre sordomudo de nacimiento ha sido multado con 200 euros y la
pérdida de tres puntos del carnet de conducir por conducir hablando por el
móvil. Asegura que se trata de un error de interpretación de los agentes, ya
que ha demostrado su imposibilidad física para hacerlo” Los agentes insisten en
que el individuo llevaba algo pegado al oído para mantener una conversación”
¿Suena a broma? Pues ¡noooo! Mientras
se soluciona el entuerto, la DGT hará fiel el dicho de: “Pague usted primero
que ya luego Dios dirá….”
Así que estimados amigos y amigas
de la red, no reduzcan la velocidad por una calle poco transitada para mandarle
un beso a su mujer antes de ir al trabajo. Podrán ser multados por aparcar en
doble fila, o mejor aún, por existir la posibilidad de que esa fuera su
intención subsconciente; Señores invidentes, cuiden de sus perros guías al
cruzar la calle, es probable que si el pobre can no saca el intermitente (o
sea, cola) a la izquierda o derecha, sea usted acusado de no haber circulado
debidamente.
Conductores de ciudad: No se
rasquen una oreja durante el trayecto, ya saben lo que puede ocurrir.
Bueno, quedémosnos con la parte
positiva. A partir de ahora, dejaremos de ver la asquerosa costumbre del
hurgamiento de fosas nasales. ¡Cuánto molesta ver al del semáforo de al lado,
buscando sus secretos mejor guardados con un dedo manipulador!
Si algún insensato, a la par que
cochino, se le ocurriera hacer dicho gesto, podría ser acusado de chatear con algún
nuevo dispositivo electrónico.
Ea!!!!! Seamos felices en estas
vacaciones… si nos dejan.
CHARLES BLAKE
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