CHARLES BLAKE

Para soñadores que como yo, plasman sus pensamientos sobre un papel en blanco.

viernes, 19 de julio de 2013

PAIS DE PLATILLOS Y PANDERETAS



¿Que nuestro país no pasa por uno de sus mejores momentos? Es evidente. ¿Qué nos estamos acostumbrando a ver desfilar a más de un chorizo con chaqueta y corbata saliendo de los juzgados con mirada de no haber roto un plato y diez cuentas en suiza?... También.
Pero lo que no debiera ser de recibo es que el propio Estado, sin predicar con el ejemplo y  tan dado a pedir sacrificios a un pueblo desorientado y falto de recursos, nos sangre una y otra vez con mil impuestos que ningún buen ciudadano sabe dónde van a parar.
Se habla ya del nuevo recibo de la luz cuando aún nos dejamos los cuartos en la gasolinera más cercana, se asume el pago del IBI cuando no es más que un impuesto que nos recuerda que esa casa que tanto nos cuesta pagar cada mes, no es solo nuestra ni del banco…¡ Es del Estado por permitirnos vivir en ella! Eso sí, recordándonos cada año que debemos pagar un precio simbólico en gratitud por disfrutar de una vivienda en la ciudad de turno. Las tasas universitarias suben por las nubes ¿Para qué van a  estudiar todos los jóvenes si apenas hay donde trabajar? Se nos recuerda que circular por las calles de nuestro barrio tiene un precio: el impuesto de circulación… una multitud de deberes que nos hacen olvidarnos de nuestros derechos ¿O no tenemos alguno? Tranquilos, si alguien aún puede relajarse con un buen cigarro o irse de copas con los amigos, podrá alejarse de esta locura… un momento, retiro lo dicho, también se ha subido el tabaco y el alcohol.
En fin, mientras la Unión Europea nos recuerda que el sueldo de los españoles es muy alto y que aún pueden hacerse recortes (no imagino qué nóminas han debido mirar y de qué afortunados en cuestión), el país se desangra por los cuatro costados sin visos de mejorar.
Resulta evidente, porque a cualquier economista no le saldrían las cuentas de cuantos politicuchos y representates públicos tenemos en nómina, empezando por el que eligamos para un gobierno, como los de nuestras Autonomías y ayuntamientos. Eso sí, nos recuerdan a diario unos y otros, que ejercen sus cargos por vocación social.
Pero el colmo de la desvergüenza es que los cuerpos de seguridad, en este caso los de tráfico, se extralimiten en el ejercicio de su labor, poniendo multas a diestro y siniestro que en muchas ocasiones no dejan de sorprender. La última noticia de la que me hago eco es la de un paisano de León: “Un hombre sordomudo de nacimiento ha sido multado con 200 euros y la pérdida de tres puntos del carnet de conducir por conducir hablando por el móvil. Asegura que se trata de un error de interpretación de los agentes, ya que ha demostrado su imposibilidad física para hacerlo” Los agentes insisten en que el individuo llevaba algo pegado al oído para mantener una conversación”
¿Suena a broma? Pues ¡noooo! Mientras se soluciona el entuerto, la DGT hará fiel el dicho de: “Pague usted primero que ya luego Dios dirá….”
Así que estimados amigos y amigas de la red, no reduzcan la velocidad por una calle poco transitada para mandarle un beso a su mujer antes de ir al trabajo. Podrán ser multados por aparcar en doble fila, o mejor aún, por existir la posibilidad de que esa fuera su intención subsconciente; Señores invidentes, cuiden de sus perros guías al cruzar la calle, es probable que si el pobre can no saca el intermitente (o sea, cola) a la izquierda o derecha, sea usted acusado de no haber circulado debidamente.
Conductores de ciudad: No se rasquen una oreja durante el trayecto, ya saben lo que puede ocurrir.
Bueno, quedémosnos con la parte positiva. A partir de ahora, dejaremos de ver la asquerosa costumbre del hurgamiento de fosas nasales. ¡Cuánto molesta ver al del semáforo de al lado, buscando sus secretos mejor guardados con un dedo manipulador!
Si algún insensato, a la par que cochino, se le ocurriera hacer dicho gesto, podría ser acusado de chatear con algún nuevo dispositivo electrónico.
Ea!!!!! Seamos felices en estas vacaciones… si nos dejan.


CHARLES BLAKE

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