Es curiosa la capacidad mental
del ser humano por aferrarse a la vida en situaciones límites. Sin ir más
lejos, ¿Cuántas veces hemos deseado tener una voz amiga que nos ilumine cuando
la desesperación nos inunda, o una mano que reconforte nuestro espíritu cuando
pasamos por una mala racha? La vida está llena de altibajos, de logros y
fracasos, de luces y sombras pero se hace necesario tener siempre cerca a
personas que nos ayuden a caminar. El destino nos depara en ocasiones
experiencias para las que no estamos preparados y a veces las explicaciones a
determinados sucesos que vivimos no terminan de ser entendidas por quien las
escucha. Recuerdo cuando vi por primera vez la película “La vida de Pi” basada
en la novela del escritor Yann Martel, una fábula sobre cómo superar con fe y
esperanza una situación traumática para un chico de corta edad.
Después leí algo sobre “el
síndrome del tercer hombre” donde muchas personas afirman haber sentido una
presencia benigna pero invisible en momentos de gran peligro, y quedé impactado
por la historia real de Ron Di Francesco, el último superviviente que salió de
la Torre Sur del World Trade Center en el fatídico 11 de Septiembre. Se
encontraba en su escritorio en la oficina del Euro Brokers, una empresa de
comercio financiero, en el piso 84 de la Torre Sur del World Trade Center en
Nueva York, cuando el supuesto avión se estrelló contra la Torre Norte frente a
él. Eran las 08:46 de la mañana del 11 de septiembre de 2001. Hubo una fuerte
explosión que hicieron parpadear las luces de la Torre Sur. Un humo gris salía
de la Torre Norte, todas las escaleras de la Torre Norte eran intransitables
desde el piso 92 hacia arriba, atrapando así a 1.356 personas. La mayoría de
los que trabajaban en Euro Brokers comenzaron a evacuar el edificio, pero se
quedó Di Francesco. Unos minutos más tarde, la noticia fue transmitida por la
megafonía del edificio, “un incidente había ocurrido
en el otro edificio, pero el “Edificio Dos” era completamente seguro” y
no había necesidad de evacuar el Edificio Dos. Di Francesco llamó por teléfono
a su esposa, Mary, para decirle que un avión había impactado contra la otra
Torre Norte, pero que él estaba bien y que permanecería en la oficina. Pero algo
le hizo cambiar de opinión. Llamó a algunos clientes importantes y otra
vez a su esposa, Mary, para informarles que se marchaba del edificio.
Seguidamente comenzó a caminar hacia la los ascensores.
A las 9:03am, diecisiete minutos
después del primer impacto, un segundo avión impactó contra la Torre Sur. El
vuelo United Airlines 175 impactó contra la Torre Sur, encendiendo un fuego
intenso. El Boeing 767, que llevaba cincuenta y seis pasajeros, dos pilotos y
siete asistentes de vuelo impactó contra la cara sur del edificio afectando
principalmente las plantas 77 a la 85. Di Francesco salió disparado contra la
pared cayéndole encima una lluvia de escombros del techo y cristales. El
edificio se tambaleó, Di Francesco entró en la Escalera A, la Torre Sur tenía
tres escaleras de emergencia, por casualidad la escalera de emergencias se
convirtió en la única vía de escape para la gente por encima de la zona de
impacto. Di Francesco se unió a las demás personas que descendían por las
escaleras, que se encontraba llena de humo, sólo iluminada por una linterna que
llevaba Brian Clark, vicepresidente ejecutivo de Euro Brokers y un jefe de
bomberos voluntario en el piso 84. Tres pisos hacia abajo, se encontraron con
una mujer y un compañero de trabajo que subían y que dijeron que “había que subir hacia arriba porque abajo
había demasiadas llamas y humo”.
Di Francesco
se debatió entre ascender, esperar a los bomberos, un rescate en helicóptero
desde la azotea, o bien continuar con su descenso, con riesgo de que el humo y
las llamas le alcanzaran. Clark iluminó la cara de las demás personas,
preguntado a cada uno si “arriba o
abajo”, seguidamente oyeron la voz de alguien pidiendo ayuda. Brian
Clark y Di Francesco fueron en ayuda de la persona a través de los escombros en
el piso 81, pero Di Francesco pronto se vio superado por el espeso humo. Tenía
una mochila, y la sostuvo sobre su cara en un intento de filtrar el aire, pero
no sirvió de nada, y se vio obligado a retroceder respirando con dificultad,
decidiendo subir por las escaleras con la esperanza de escapar del
humo. Subió varios tramos de escalera, pero en cada rellano probaba las puertas
contra incendios, descubriendo que estaban cerradas. El mecanismo
anti-incendios había funcionado mal tras el impacto, evitando que cualquier
puerta de emergencia se abriera. Pero Di Francesco siguió subiendo, y
finalmente se encontró con algunos compañeros de Euro Brokers, varios de los
cuales estaban ayudando a una mujer. Ella había convencido a todos de que la
mejor ruta de escape era dirigiéndose hacia la azotea de la Torre Sur, sin
embargo, Di Francesco continuó subiendo hasta que supuso que había llegado a la
planta 91 del edificio de 110 pisos. Ron Di Francesco es un hombre con la
sangre muy fría, él es un corredor de bolsa considerado como un hombre de
nervios de acero debido a su trabajo, pero sufría un poco de claustrofobia y
con la intensificación del humo comenzó a entrar en pánico. Pensó en su
familia, que tenía que ver a su esposa y a sus hijos de nuevo a toda costa. Di
Francesco decidió dar la vuelta y empezar a bajar. Esta vez, la situación era
mucho peor porque el humo era impenetrable por la estrecha escalera.
Buscó un
camino hacia abajo, incapaz de ver más allá de unos pocos metros por delante se
detuvo en medio de la zona de impacto en el piso 79,vencido por el humo se unió
a los demás, una docena de personas en total, algunos tendidos boca abajo ya
muertos, otros agazapados en los rincones, los que quedaban intentaban luchar
por respirar. Ya no podían descender debido a una pared derrumbada. Él, podía ver
el pánico y el miedo en sus ojos, algunos lloraban, otros se quedaban
inconscientes. Pero entonces, sucedió algo extraordinario:
“Alguien me dijo que me levantara. Alguien me llamó por mi nombre.
Aquella voz era de un hombre, pero no era ninguna de las personas que se
encontraban allí. Insistentemente me dijo que me levantara. Se dirijo a mí por
mi nombre de pila, y continuó diciendo “que podía conseguirlo”. Pero no se
trataba solamente de una simple voz, tenía la certeza de que era una presencia
física”.
Di Francesco
tenía la sensación de que “alguien lo
levantó”. Sentía que estaba siendo guiado. Le llevo por las
escaleras hacia abajo. Continuó su descenso, y pronto vio un punto de luz. Él
la siguió, esquivando paneles de yeso y otros desechos que se había derrumbado
y que obstruían la escalera. Pero también se encontró con las llamas. La “misterios voz” le decía por
dónde tenía que dirigirse y cuando tenía que retroceder ante el fuego. Todavía
había peligro, por lo que el “guía”
le llevó al hueco de la escalera, tiendo que pasar a través del fuego…
“Cúbrete la cabeza con los brazos y sigue bajando, corre ahora”, le decía.
Él tenía
leves quemaduras por el fuego, creía que no llegaría al final, pero después de
un buen rato descendiendo y sorteando los peligros, llegó a un claro iluminado
por debajo de la escalera de incendios, en el piso 76. Sólo entonces el sintió
una ayuda benévola que había estado con él durante los cinco minutos finales.
Di Francesco dijo:
“Creo que en ese momento me dejo ir.”
Cuando se dirigía
hacia abajo, se encontró a tres bomberos subiendo por las escaleras.
“Estoy teniendo problemas para respirar”, dijo.
Se le dijo que
iba a encontrar ayuda en la parte inferior. DiFrancesco continuó bajando tan
rápido como pudo, finalmente, llegó al nivel de la plaza. Se dirigió hacia la
salida, pero fue detenido por un guardia de seguridad, quien le dijo que era
demasiado peligroso. Miró con horror la caída de escombros y víctimas. Se
dirigió a otra salida. Volvió a través de la explanada hacia la salida noreste,
cerca de Church Street, todavía estaba en grave peligro. Cincuenta y seis
minutos habían pasado desde que el avión impactó contra el edificio. El impacto
había roto muchas de las columnas de soporte vertical de la Torre Sur, el calor
de la explosión y el fuego habían debilitado las vigas de acero. Cuando se
acercaba a la salida de la calle de la iglesia, Di Francesco escuchó un “gran estruendo”. Él vio una
bola de fuego cayendo, pero no sabe lo que pasó después, ya que estuvo
inconsciente durante algún tiempo después de su salida del edificio,
despertando mucho más tarde en el hospital St. Vencen de Manhattan.
Ron Di Francesco
fue la última persona en salir de la Torre Sur del World Trade Center, 10
segundos antes de que se derrumbasen las torres a las 9:59 am provocando una
nube de escombros masivos. Según el informe oficial de la Comisión del 11S, D Francesco
fue una de las cuatro personas que escaparon del edificio desde la planta 81,
el supuesto centro del impacto del vuelo United Airlines 175. Momentos antes de
que la torre se derrumbara, funcionarios del Departamento de Policía de Nueva
York informaron que en el edificio habían encontrado un grupo de personas que
descendían por una escalera en el nivel veinte. Ninguna de esas personas
sobrevivieron, pero se cree que descendían desde la zona del supuesto impacto,
en cuyo caso hubieran seguido los pasos de Di Francesco, pero no de inmediato,
e incluso unos pocos segundos más tarde habría sido demasiado tarde para él. A
día de hoy, Di Francesco no puede entender por qué sobrevivió cuando otros
tantos no lo hicieron. Pero él no tiene ninguna duda sobre el motivo de su
salvación. Muchas personas tomaron decisiones ese día que acabaron en tragedia,
Ron Di Francesco recibió la ayuda de algo más allá de lo comprensible, que
según el propio Di Francesco, se trató de un ángel.
Evidentemente
la propia ciencia trata de explicar un fenómeno que ha ayudado a muchas
personas en momentos de auténtico pánico. La ciencia sugiere que el factor
tercer hombre es un mecanismo de supervivencia, un proceso mental para calmar y
separar a la persona de la experiencia horrible. Una respuesta bioquímica al estrés
a través de la adrenalina, un proceso mental que nos ayuda a sobrevivir. Pero
la ciencia no tiene explicación a casos como el de Di Francesco, que en la
actualidad se preguntan cómo pudo sortear todos los peligros sin equivocarse y
así salvar su vida.
El fenómeno
tercer hombre puede parecer una simple curiosidad, una ilusión inusual
compartida por una mente sobre tensionada. Pero la realidad es que en los
últimos años, la experiencia ha ocurrido una y otra vez, no sólo el 11 de
septiembre de 2001, también a montañeros y buceadores, exploradores,
prisioneros de guerra, navegantes solitarios, sobrevivientes de naufragios,
aviadores, incluso astronautas. Todos ellos han escapado de situaciones
traumáticas sólo para contar historias muy similares, haber experimentado la
misteriosa presencia, un tipo de ser muy poderoso. Esta presencia ofrece una
sensación de protección, socorro, guía y esperanza, que salva la vida a la
propia persona.
No sé qué
pensaréis vosotros/as, pero pienso que la mejor lección que podemos sacar de
esta historia es que la esperanza es lo último que debemos perder y que la
fuerza de nuestro interior puede superar cualquier contratiempo. Pero no dejo
de pensar en el “tercer hombre”, ese que aparece en muchos testimonios vividos
por tantas y tantas personas ¿Debiéramos pensar que existe la posibilidad de
recibir ayuda externa de algo o alguien que escapa a nuestra comprensión?
Sinceramente… yo hubiera dicho lo mismo que Di Francesco, un ángel apareció en
mi vida.
CHARLES BLAKE
Hola Charles, te devuelvo la visita a mi blog y me quedó un poco sorprendida al encontrar lo que leo en el tuyo, no sabía de que iba tu blog pero me ha encantado empezar a leer este post. Yo no creo en Dios pero soy creyente de muchas otras cosas que son a las que me aferro cuando la vida nos da algún que otro golpe como a todos nos dá. La historia del tercer hombre me ha encantado, llamemos lo Ángel o como queramos, éste señor se salvó porque tuvo fé en sí mismo y porque según él "algo" le dió fuerzas....
ResponderEliminarOjala nadie tuviera que encontrarse en situaciones tan desesperadas para que ese tercer hombre le diese fuerzas... pero eso es imposible.
Te mando un saludo y te seguiré de cerca. Feliz Domingo.
Muchas veces he pensado en ello, y siempre he llegado a la conclusión, de que el " el tercer hombre" es la fuerza de nosotros mismos por aferrarnos a la vida, el no querer dejar atrás las personas por las cuales nos despertamos todos los días.
ResponderEliminarAunque también te soy sincera que he llegado a pensar, que son aquellas personas queridas que ya no están entre nosotros, siempre he pensado que cuando ellos ya no están, su energía es la queda a nuestro lado, y que esa energía es la que nos guía por el camino de nuestras vidas, llamémoslos " ángeles " si quieres, quizás llegado momentos extremos estén ahí, para llevarnos de su mano pues probablemente, aun no ha llegado el fin de nuestra existencia, y quizás sea porque somos necesarios para quienes comparten nuestras vidas.
En fin seria un largo debate todo esto, pero sea lo que sea, que suerte que aparezca en esos difíciles momentos.
Un beso Charles.
Muy interesante esta entrada.
ResponderEliminarEs cierto que, a veces, parece que hay alguien a tu lado que te ampara en momentos difíciles. Quizás sean las personas que ya no están con nosotros y hemos querido tanto y que nunca se van porque siempre las llevas en el corazón.
Te felicito por es buen relato.
Un beso.
Me encantó el texto que se lee muy facilmente. Porque atrapa.
ResponderEliminarNo creo en ninguna ayuda extra. Simplemente que tuvo mucha suerte. El lo intentó y le salió bien, otros muchos no tuvieron éxito. Estoy segura que todos intentaron salvarse con todas sus fuerzas,y qué pasó es que ellos no tenían un ángel?
No amigo mio. A veces las cosas salen bien de casualidad y otras por mucho q te esfuerces y merezcas lograrlo no se consigue.
No hay justicia ni ángeles.
Bicos.
La vida de Pi me encanto cuando la vi. Y lo que nos traes hoy del "Tercer hombre" me lo creo. La vida está llena de misterios y hechos que nos trascienden y a veces nos cuesta comprender. Pero si tenemos abierta nuestra mentalidad y nuestro espiritu para comprender, nos damos cuenta que las cosas no ocurren ni por que si ni por casualidad.Claro que hay una energía positiva que nos mueve y nos trasciende y puede tener muchos nombres...pienso así.
ResponderEliminarUn besazo Charles.